TONEL, EL PERRO MINERO

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Hoy en “sobre mitos y leyendas” vamos a tener un personaje conocido por muchos vecinos, por nuestros abuelos y padres que lo alimentaron y arroparon en los fríos inviernos que llegan al extremo sur.


03/11/2015

Por Dario Varas

“...una visita al pasado de tanto en tanto y cuando lo creamos necesario...”


Tonel fue un perro, una mascota particular, quien llegó una tarde cualquiera para quedarse. Entrar en la mina y esperar el transporte de los trabajadores era una actividad cotidiana para esta mascota. Esta mascota popular que era alimentada y consentida por todos los vecinos, fue motivo de muchas alegrías.

Este artículo no está destinado a desplegarse sobre su vida sino es otra propuesta, quizás distinta y hasta errada, pero al encontrarme solo me da la oportunidad de ser tirano incluso de omitir y remarcar ciertas especificidades. Quiero comenzar por plantear el recibimiento que tuvo a la hora de su llegada como primer índice, llegó solo y para quedarse. Eligió La Cuenca como su lugar, se sintió cómodo como muchos de nuestros primeros inmigrantes y compatriotas de diferentes latitudes que tuvieron que trasladarse para poder trabajar. Los cuales fueron bien recibidos por la sociedad y recibían la ayuda de todos los vecinos.

Desarrolló su vida con el calor del vecinaje y también llegó al final de su vida acompañado por ellos. Esto entristeció a todos, no había nadie que no se haya acongojado al enterarse la noticia.

Esto me hace pensar en cómo la comunidad se entristece con la partida de un vecino, de una manera incondicional y siempre compungida sin importar quién, sino porque es parte de nosotros, es un vecino, el papá de un conocido, el hermano de un amigo, el compañero de trabajo de muchos. En fin, la tristeza llega a todos como aquel día en que Tonel, el perro minero, decidió irse.

Esta analogía, este paralelismo quizás extrovertido lo propongo de manera simbólica, pues creo que Tonel, su historia, el recuerdo que hoy nos apropia representa mucho más que “la mascota del pueblo”.

Representa la solidaridad del pueblo, representa un símbolo de adaptación, la empatía colectiva para con el nuevo, la mano que se le tiende, la posibilidad de hacer nuestro lugar el lugar del otro. Pegarse una vuelta al pasado y recordar estos valores para resignificarlos de cara al futuro, el cual lo construimos a día a día.

Buscar una alternativa para ser una comunidad mejor que encarne los valores del pasado, del presente hacia el futuro (dinámico e incomprensible) que deseamos como habitantes de La Cuenca, tierra de Tonel, tierra de tus abuelos, tierra de tus hijos.